Al igual que en el caso de los cigarrillos, los fumadores de puros han visto acotada su zona de asueto por las diferentes leyes que prohíben fumar en recintos públicos. Ante esta situación quedan unas pocas alternativas: fumar en espacios al aire libre, dejar de fumar o la última moda, que son los puros electrónicos, utilizables en cualquier lugar público o privado.
Se trata de una forma de fumar mucho más higiénica y saludable, ya que el usuario evita las más de cuatro mil sustancias nocivas que se encuentran en un puro tradicional, y además puede disfrutar de la compañía de otros en cualquier lugar y situación. Es totalmente inofensivo para las personas que le rodean, evitando así que se conviertan en fumadores pasivos, lo cual el sobre todo importante en espacios habitados por niños, ancianos y mascotas.
Este formato electrónico de cigarro puro está constituido por una batería recargable a pilas o que puede conectarse a la red, una boquilla con dos partes (un agujero por el que se acoplan los cartuchos y una parte más estrecha para inspirar el aire) y por último un atomizador que crea el vapor que se inhala. Este atomizador se activa cada vez que el usuario inspira y así se calienta el aire, que se mezcla con las recargas instaladas dentro del puro (que pueden contener nicotina o no), creando el vapor de agua con el aroma elegido. Así, el fumador tendrá la sensación de que está consumiendo tabaco. Eso sí, su precio es más elevado que el del cigarrillo electrónico, pues el puro cuesta alrededor de unos setenta euros el pack.
Al igual que el cigarrillo, el puro electrónico también cuenta con un LED (pequeña luz) en un extremo, que se enciende con cada aspiración del usuario, simulando así el gesto de fumador habitual. Para aquellos que estén intentando dejar de fumar es muy útil, ya que el puro electrónico genera un vapor mezclado con nicotina diluida que reducirá notablemente su ansiedad por el tabaco normal y hará que reduzca el consumo. Además, al pasar de los puros tradicionales a los electrónicos, no aparece el temido síndrome de abstinencia. Cuando se termina de fumar el puro electrónico, éste se cambiará de forma automática al modo de espera.
Tampoco harán falta ya ambientadores, puesto que el puro electrónico está libre completamente de ese olor tan fuerte y característico de los tradicionales. Los mecheros y cerillas, tan peligrosos para los niños, tampoco harán falta con este artilugio. Al no llevar ningún componente cancerígeno está totalmente indicado para su uso en cualquier lugar, y además resulta económicamente rentable porque se puede recargar con cartuchos de diferentes sabores ilimitadamente. Incluso se puede elegir el nivel de nicotina que contienen los cartuchos, en alta, media o baja, para poder abandonar el hábito de una forma progresiva.
La longitud de los puros suele ser alrededor de ciento cuarenta y cinco mm, y su grosor es de unos veinte mm. Cada puro se presenta embalado en una caja por separado, aunque también pueden estar a la venta en packs de cinco unidades. Luego en este caso, no es la longitud del puro la que decide cuánto debe fumar el usuario, sino que es él mismo quien toma la decisión de inhalar más o menos cantidad.