Los cigarrillos electrónicos no son cancerígenos

Desde la aparición del cigarrillo electrónico, hace ya diez años, no existe un solo caso documentado de que produzca cáncer. Todos los componentes de los que consta el e-líquido se usan en productos cotidianos que están al alcance de todos nosotros. Siempre que se utilice de la manera adecuada no tiene ningún tipo de efecto negativo sobre la persona que lo usa.

Con la gran demanda que a conseguido tener, el cigarrillo electrónico se ha convertido en un recurrente tema de debate en la calle y en los medios de comunicación. Desde mediados de 2013 se han publicado numerosas noticias de prensa que centran su atención en estos dispositivos, unas veces con un claro tono alarmista, otras favoreciendo al producto, y otras con una neutral prudencia.

Los detractores, sin ningún tipo de pruebas, dicen que podría tener posibles efectos cancerígenos, cosa que levanta gran alarma entre los consumidores. La propia Organización Mundial de la Salud pide precaución ante la realidad de que los e-cigarrillos pueden contener nicotina y con ello existe un peligro si llega en manos de algún menor, pero entre sus riesgos no cita ningún efecto cancerígeno.

Los componentes básicos de estas soluciones son bien conocidos, están aceptados como seguros por los organismos de salud pública de todos los países desarrollados, y vienen utilizándose desde hace décadas en innumerables productos de consumo diario. Las sustancias que componen el líquido son: Propilenglicol, glicerina, etanol, aromas y nicotina.

El propilenglicol está presente en multitud de productos cosméticos: champú, jabones íntimos, toallitas para bebés… También en numerosos alimentos, en la Angostura, una esencia aromática que se utiliza, entre otros, en la elaboración de los típicos “mojitos”.

Los aromas que incluyen los e-líquidos son los mismos que se utilizan en la industria alimentaria: mentol, esencias naturales de frutas y especias… El sabor a fresa, vainilla o manzana de los líquidos se logra añadiendo exactamente los mismos aceites esenciales que se añaden a los yogures, los chicles, la pasta de dientes o las galletas.

La nicotina procede de la planta del tabaco y la que llevan los líquidos es la misma que se extrae de forma industrial para incluirla en los chicles y parches de venta en farmacias. Por sus efectos adictivos -que no cancerígenos; el tabaquismo aumenta el riesgo de padecer cáncer no por la nicotina, sino por los compuestos resultantes de la combustión del tabaco-, sólo se recomienda su inhalación durante el periodo de transición entre los cigarrillos convencionales y los electrónicos para combatir la abstinencia entre los ex-fumadores.

En algunos líquidos se han detectado pequeñas cantidades de nitrosaminas, una milésima parte de la que se registra en los cigarrillos convencionales por lo tanto no hay que preocuparse ya que no supone ningún tipo de amenaza.