Salvo los exfumadores recientes, que requieren todavía una cierta cantidad de nicotina para no sufrir el síndrome de abstinencia o añoran el sabor del tabaco, para el resto de los vapeadores la elección del líquido de recarga de su cigarrillo electrónico en una mera cuestión de gusto.
Compuestos de un uno por cien de alcohol -que se evapora antes de que lo aspiremos, propilenglicol, aromas y aceites, uno de ellos de tabaco, para darles cierto sabor, el uso de estos líquidos es inocuo para la salud.
Una cantidad mareante de sabores
La gama de sabores que el vapor lleva al paladar es muy grande. De estos líquidos pueden extraerse más de sesenta sabores, como pueden ser chocolate, la fresa o, cómo no, el ya mencionado del tabaco. Aunque, si lo analizamos, el tabaco en sí sabe mal, pero como se trata de ayudar a superar el hábito, al menos en algunos casos, toda ayuda es poca.
Continuamos hablando de sabores, sólo que ahora ofreceremos una pista sobre cuáles son los más demandados, y en este caso, las preferencias se refieren a los de limón, menta, fresa, café, manzana, chocolate y champán. Por si deseamos cambiar el cigarro “malo” por el electrónico, pero nos agobia la gama de sabores que tenemos para elegir.
¡Por fin! Un criterio objetivo
El único criterio fuera del sabor para inclinarnos por uno u otro líquido es la cantidad que trae cada cartucho, que oscila de los 10 a los 50 mililitros, de modo el de 10 cuesta sobre 5 euros y el precio aumenta -aunque no en proporción exacta con el tamaño.